dimecres, 21 d’agost del 2013

Bolañitos y bolañistas

Una crónica de EUDALD ESPLUGA


En conmemoración del que habría sido el sesenta aniversario de Roberto Bolaño, desde la plataforma cultural El Llop Ferotge y, en concreto, de la mano de Jorge Morales, el lunes 29 de abril se convocó a todo aquel que quisiera asistir a la Estació Jove de Girona.. I com fue? Aquí hablamos...
Roberto Bolaño - Eudald Espluga Bravo Girona - Bolaños i BolanyistesUna vez allí, para acceder a la sala donde se realizarían las lecturas, se había de subir por una inacabable escalera de caracol que parecía perderse en su propia espiral sin fin. La sala en cuestión tenia las paredes estridentemente rojas, el suelo amarillo, y se accedía a ella desde un pasillo verde; una sala que parecía más preparada para homenajear los colores primarios de los films de Godard que para acoger un encuentro de bolañistas... o bolañitos.
Esta distinción no es banal: ya desde la primera intervención -presentaba el evento Guillem Terribas, el mesías gerundense de las presentaciones culturales- se estableció esta distinción a partir de la lectura de una entrevista a Javier Cercas, donde este hablaba, despectivamente, de los ahora bolañitos que dentro de unos años considerarían que la literatura de Bolaño es mala. Esto me hacía pensar en la exposición Archivo Bolaño que hay en el CCCB (inauguración que también puedes leer en http://www.nuvol.com/critica/soy-bolanista/) y en la chapa que me dieron al entrar: «soy bolañista». Mientras yo me encontraba perdido entre estos pensamientos, Jorge Morales tomó la palabra y, en respuesta a las palabras de Cercas que se acababan de leer, él se autoproclamó, con el orgullo de quien sabe de qué habla, como un bolañito irredento.
Pero esta discusión implícita dejo paso a Bolaño y su obra: Morales alternaba el anecdotario personal, las propuestas culturales y la crítica literaria. Pasaba de la afirmación que 2666 desnudó el siglo XX a explicarnos como sus amigos chilenos, pero también desconocidos, lo llamaban para que les hiciera de guía turístico por Girona, con la intención que les enseñara el que fue el hábitat temporal de Roberto Bolaño. Por último, antes de dejar la palabra a los demás, propuso que las calles que se estructuraran alrededor de la ya inaugurada Avenida Bolaño -él fue el artífice de la propuesta- se les ponga nombre de escritores, para obtener así el primer barrio cultural del mundo, y que la gente pueda quedar, por ejemplo, en la esquina Bolaño con Nicanor Parra.
Llegados a este punto empiezan las lecturas: el primero es David Casadellà, poeta del Empordà, que lee una prosa poética dedicada a Bolaño, un texto que acaba con las palabras con las que empiezan Los detectives salvajes: «He sido cordialmente invitado a formar parte del realismo visceral. Por supuesto, he aceptado. No hubo ceremonia de iniciación. Mejor así». A su lectura le sigue un poema leído por Galán, amiga de la madre de Bolaño y dedicado a esta; un poema titulado Victoria o Amanda. Después le toca leer al escritor Carlos Gámez un texto autobiográfico, del cual dijo que sólo aspiraba a ser uno de esos textos propios de malos escritores autobiográficos que tanto le gustaban a Bolaño. El siguiente fue Jorge Garralda, que recitó de memoria un poema de Borges (el cual, a su vez, era uno de los preferidos de Bolaño), y a éste le siguió Jorge Morales, el cual acabó leyendo un texto a dúo con Garralda.
Finalmente era el turno del mexicano Ricardo House, realizador de cine, quien ha filmado tres reportajes sobre Bolaño, que se aúnan bajo el título Roberto Bolaño, la batalla futura. Nos pasó algunas imágenes en exclusiva del último documental, aun en fase de posproducción, el cual está filmado en Chile, y se ocupa de la infancia de Bolaño. Las imágenes se despedían de nosotros con un largo travelling por el pasadizo de una escuela donde había estudiado Bolaño: un travelling que nos catapultaba hacía el pica-pica que se había preparado para los asistentes a modo de fin de fiesta.

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